martes, 26 de mayo de 2015

Día 7, la naturaleza es increíble

Volvimos a desayunar en la casa. Está tan bueno todo aquí... Nos despedimos de la gente de la casa y nos preparamos para otro día en la carretera. Antes hicimos algunas fotos al patinódromo y al otro cementerio de la ciudad, que tiene un Partenón dentro.

Por la carretera estuvimos algo desorientados por la falta de señalización, pero conseguimos llegar a "El Nicho". Es un parque natural con una cascada muy grande y pozos para bañarse (nosotros no nos bañamos). Hacía mucho sol y la humedad era muy alta, así que nos agotamos rápidamente. Subimos andando hasta un mirador donde hicimos fotos y proseguimos el camino por una carretera que ni siquiera estaba asfaltada en algunos tramos. 

Estábamos bajando un puerto cuando a mi derecha pude ver lo que hasta el momento es lo más bonito que he visto en todo el viaje y casi en mi vida. Nos bajamos para contemplar aquel hermoso valle rodeado por una espesa vegetación. Pero lo mejor era aquel río de aguas cristalinas que cruzaba el valle. Esto será algo inolvidable sin duda.

Por fin, tras un arduo descenso por una carretera llena de baches, llegamos a La Boca y a Playa Ancón, donde nos sentamos a contemplar la vida. Entonces llegamos a Trinidad, una ciudad adoquinada y barroca con edificios muy singulares. La casa que nos recomendaron en Cienfuegos resulta ser magnífica. Es una casa colonial muy grande y los dueños son muy simpáticos. Nos descuentan 5 dólares de cada noche que pasemos aquí por venir recomendados. 

Acabamos de cenar. Solo destacó el sabor del mango, que me comí en doble ración porque a Miguel no le traía buenos recuerdos. Miguel encontró un pelo en su plato de pollo. Ahora dormiremos porque estamos cansados. 

Justamente hoy acabaron los carnavales en Trinidad. No tengo nada que expresar que pueda interesar.








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