viernes, 26 de junio de 2015

Día 13, John nos seduce

Por la mañana Miguel no se quiso levantar, así que llegamos tarde al buffet (encima los horarios que nos dieron al hacer el check-in estaban mal, por lo que llegamos todavía más tarde). Tomamos algo en el Snack Bar y nos dispusimos a ir a la Playa del Pilar.

Solo hay una palabra para describir este paraíso de playa, preciosa. Según el custodio del parking esta playa es una de las ocho mejores playas del mundo. Por cierto, como no teníamos dinero con nosotros (y además nos estamos quedando sin él con todo lo que nos queda por delante) le explicamos nuestra situación al custodio. Él no parecía enfadado, incluso estuvimos un rato charlando. Nos dijo que entendía las dificultades económicas de la gente joven y que prefería no cobrarnos nada.

En la playa hicimos snorkel aunque no somos demasiado buenos y solo vimos una caracola. Lo cierto es que era bastante grande. Incluso intentamos levantarla un poco pero su inquilino comenzó a protestar sacando las pinzas, misión abortada. Una pareja joven de franceses se ofreció a vigilar nuestras mochilas mientras nos bañábamos porque ellos estaban en las hamacas de al lado. Cuando salimos del agua nos preguntaron si íbamos a tomar una cerveza con ellos, pero de nuevo tuvimos que negarnos. No podíamos gastar dinero.

Así que sin dinero pero bastante quemados volvimos al hotel a comer en el buffet. En la sobremesa estuvimos con nuestro amigo canadiense y fuimos con él al aquabar. Grave error. Si alguna vez os topáis con un hombre mayor y casado, pero que viaja solo a un todo incluido... alejaos insensatos. La verdad que es curioso el tema del aquabar porque te estás bañando mientras bebes. Es una idea maravillosa. 

Estuvimos bastante tiempo en el aquabar riendo, charlando y entendiéndonos cada vez menos... o más según se mire. Pero acabamos por ir a la playa del hotel, aunque fue por poco tiempo ya que oscureció. En ese rato estuvimos charlando con una chica cubana que había ido con sus amigos a la playa del hotel. Tiene una pizzería en un pueblo de al lado y es bastante simpática. 

Nos duchamos y bajamos a cenar con nuestro amigo canadiense. Después de imitar durante incontables veces el sonido de las ranas y de interpretar para nosotros el himno de Canadá y el de Estados Unidos, John nos dijo de ir al snack bar a ver el ambiente. Nos sentamos un rato en la terraza pero de ahí fuimos a la discoteca. Recuerdo poco. Solo sé que acabamos llevando a John en brazos a su habitación mientras aseguraba que mañana se iba con nosotros a recorrer Cuba y que se echó a dormir en la puerta llorando porque no queríamos dormir con él. Finalmente conseguimos que fuese solo a su cama (no queríamos entrar en su habitación por si acaso) y nosotros nos volvimos a la discoteca. No sé cómo pero acabamos con la discoteca cerrada y nosotros charlando con los empleados del hotel sobre la situación de Cuba hasta las 5 de la mañana.





No hay comentarios:

Publicar un comentario