miércoles, 12 de noviembre de 2014

Nadie decente

Entre un millón de personas
no vi a nadie decente.
Parecían tener el alma rota
a trozos ingentes.
Recé para fingir una buena obra
y calmé mi temple.
No querían atarse a una soga,
no querían ser libres. En vez de
eso, se sentían merecedores de las sobras.
La ambición entre esta gente
estaba de luto, como sus pocas
ganas del mundo comerse.
Lo curioso de la historia
es que no eran rehenes
de una televisión provocadora
ni de una educación que lava mentes.
Eran presos, esclavos a todas horas
de una mano que como una lente
cubierta de polvo era ocultadora
de los detalles menos corrientes.
Esos que a tu vida una chispa proporcionan.
Esos que están estáticos siempre
pero que nunca nadie miró de tal forma
que solo estos estuvieran al frente.
Lo intenté escalando todas las lomas
pero no pude ver a nadie decente
entre un millón de personas.


Fotografía extraída del flickr de Rea Eliécer

No hay comentarios:

Publicar un comentario